Artículo publicado en La Vanguardia
En los años de la transición, en aquellos primeros 80 en los que Barcelona comenzaba a esbozar una nueva ciudad con aspiraciones de borrar algún día las marcas de un crecimiento desordenado y de un desafortunado urbanismo, los territorios de lo que hoy conocemos como Nou Barris constituían la principal reserva de población joven de una metrópoli que había crecido a golpe de olas migratorias. Hoy, 30 años después, barrios como Montbau (Horta-Guinardó) o la Guineueta (Nou Barris) -con un 32% y un 29%, respectivamente, de vecinos mayores de 65 años- son el reflejo de una Barcelona envejecida.
Un fenómeno que amenaza seriamente la sostenibilidad de una ciudad en la que apenas en 10 años, prácticamente 1 de cada 4 habitantes habrá superado la edad de jubilación y en la que la población de esta edad casi doblará la infantil (niños y niñas de hasta 15 años).
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